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or cronología, debe considerarse a Petrona Eyle como la segunda médica
argentina (graduada en el extranjero, en la Universidad de Zurich -1891. La
primera fue Cecilia
Grierson).
Por su trayectoria, debe
considerársele, además, como una gran mujer, que, al igual que Grierson
y Elvira Rawson,
dedicó tanto tiempo y esfuerzo a la medicina como a la reivindicación del rol
de la mujer en los ámbitos profesional, social y familiar.
Nacida en Baradero (Buenos Aires) en
1866, Eyle se educó en Concepción del Uruguay, donde recibió el título de
maestra normal.
Pasados algunos años luego de su
graduación, viajó a Suiza, país que había visto nacer a sus ancestros, a
iniciar los estudios de medicina. Estos no fueron simples para Eyle, ya que al
tiempo que aprendía la disciplina, debió aprender el idioma. Al fin, su tesis
doctoral, editada y defendida en alemán, trató de las anomalías de las orejas
de los delincuentes. El estudio, que actualmente no tiene ningún crédito dentro
de la ciencia y de la antropología criminal, se enmarcaba en ese momento en las
más avanzadas teorías acerca de la delincuencia, entendida como expresión de
una patología de fuertes rasgos hereditarios. Además, la antropometría del
italiano César Lombroso era considerada una teoría fundamental para el estudio
y el control de la criminalidad: según ella, el tamaño del cráneo, o su forma,
o el tamaño de las orejas, u otros rasgos físicos particulares, permitían
identificar a un criminal (potencial o consumado). Esta teoría, junto a otras,
encarnaron más tarde el llamado darwinismo social, según el cual, algunas razas
eran superiores (quizás debería decirse que "habían evolucionado
más"), y lo mismo con las sociedades, los sexos, etc.
Así, la tesis de Eyle se insertaba
en una corriente científica muy prestigiosa de la época. Para realizarla,
utilizó material del Instituto de Ontología de Zurich y del presidio de esa
ciudad, e investigó las anomalías del pabellón auricular propias de los
delincuentes. Sus conclusiones, sin embargo, contradijeron las ideas de
Lombroso y de otros grandes teóricos de la antropología criminal.
En 1893, Eyle regresó a la
Argentina. Revalidó entonces su título en la Universidad de Buenos Aires y
ejerció su profesión, aunque no existen muchos detalles de esta actividad. Sólo
se sabe que integró la Asociación Médica Argentina, a la que ingresó avalada
por la ya prestigiosa Cecilia
Grierson.
En cambio, es bastante más lo que se
conoce de su prédica a favor de la mejora de la situación de la mujer. En 1901,
fue una de las fundadoras de la Asociación de Universitarias Argentinas, la
entidad que más tarde realizará el Primer Congreso Femenino Internacional, la Liga
contra la Trata de Blancas y diversas asociaciones de mujeres que lucharon por
la institución del voto femenino. Eyle, además, dirigió la revista Nuestra
Causa (1918), el órgano de expresión de estas corrientes feministas.
En 1908, presidió el comité organizador
del Congreso Femenino que se realizó en ocasión de las celebraciones del
Centenario, e integró las secciones de ciencia y de derecho de la reunión.
Poco a poco, la luz de Petrona Eyle
fue cayendo en el ostracismo. Luego de 1920, poco se supo de ella, excepto
porque integró en 1937, la comisión de homenaje a Cecilia
Grierson.
No dejó tampoco obra escrita, más
allá de su tesis. Sin embargo, varios párrafos de la historia de la ciencia
nacional están dedicados a su figura pionera en el enaltecimiento de la mujer
en la actividad científica y cultural.
Murió en Buenos Aires el 12 de abril
de 1945.
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